Bioética, la filosofía sobre la vida y la muerte

Una de las virtudes más bonitas de la filosofía es que es un saber que va más allá del mundo académico. Es un saber que realmente está comprometido con el individuo, la sociedad y la vida. Un buen ejemplo de todo esto lo encontramos en la bioética.

Si bien es cierto que la bioética no tiene una definición cerrada dada su relativa juventud (cien años) podríamos definirla como una disciplina que busca armar al ser humano de valores que le hagan competente en el trato correcto de la vida de sus semejantes. El teólogo y filósofo Alfonso Llano Escobar propone incorporar a los animales y al medio ambiente como seres sujetos a ser respetados y tenidos en cuenta.

En 1979, los bioeticistas Tom Beauchamp y James Childress definieron los cuatro principios sobre los que se tenían que construir esta disciplina.

El primero de ellos es el principio de autonomía en el que cada uno somos dueños de nuestras vidas y los únicos con capacidad de decidir sobre ellas salvo en aquellas circunstancias en el que el individuo presentase una autonomía disminuida.

En segundo lugar está el principio de beneficencia que en el caso de la medicina, defiende que el médico debe buscar lo mejor para el paciente incluso llegando a no tenerlo en cuenta. Se da por hecho que el médico está más preparado que el paciente y debe prevalecer su opinión sobre este. Lo cierto es que este principio podría contradecir en algunas circunstancias al principio de autonomía. ¿Sería ético conceder a un paciente terminal o con una calidad de vida muy desmejorada el suicidio asistido a petición suya?¿Puede llegar el caso que lo mejor para el paciente sea la muerte o por el contrario el deber ético del médico es el de mantener vivo al paciente? o voy incluso más allá ¿Podría una persona sana física y mentalmente pedir asistencia para poner fin a su vida? Dependiendo qué principio prevalezca podríamos tener una u otra respuesta.

De izquierda a derecha Childress y Beauchamp

En tercer lugar tenemos el principio de no maleficencia que consiste en no dañar intencionadamente la vida de otros. Este principio aplicado a la medicina, sería no dañar al paciente de forma intencionada. Esta máxima es muy importante sobre todo en el ámbito de la ciencia experimental con seres humanos o animales, en los que se debe poner límites y tener un protocolo ético firme que proteja a los sujetos de prueba.

En cuarto lugar está el principio de justicia que consiste en no discriminar por cuestiones de sexo, genero, ideología o cultura. Todos los pacientes merecen el mismo trato y el mismo acceso a los tratamientos.

Para poder respetar estos principios, existen los comités bioéticos. Estos organismos son independientes y se encargan de asesorar posibles conflictos éticos en el día a día de las prácticas médicas. Temas relacionados con el aborto, la eutanasia, las transfusiones de sangre o la donación de órganos, son algunos temas en los que pueden asesorar estos comités que están compuestos de Sanitarios, licenciados en derecho, filosofía o incluso psicología. Estos comités dependiendo el caso analizarán de acuerdo con los cuatro principios que definimos más arriba junto con la demás información y tomarán una decisión.

Por Adrián Moros (@adrixtercio)

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Estudiante de filosofía y eterno aprendiz de mi mismo. Redactor, escritor, creador y soñador empedernido.

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