El silencio quebrado de Lidia Chukóvskaia

Cuando la escritora Lidia Chukóvskaia se enfrentó al jurado que habría de decidir si podría seguir siendo publicada en la Unión Soviética lo hizo tras décadas de silenciosa complicidad a sus espaldas. No sólo con una ideología ni con una maquinaria burocrática, sino con sus compañeros de letras, con los lectores, con la sociedad a la cual pertenecía. Ella, una literata bien valorada hasta aquel momento decisivo, había transigido con la persistente censura que exigía suavizar la memoria de los asesinatos perpetrados durante las purgas estalinistas y esconder toda referencia que pudiese considerarse una subversión al Partido y a la estabilidad de la nación.

A cambio de su silencio, la indulgencia a la hora de que obras de autores purgados, además de su propio trabajo literario, vieran la luz en la tierra que amaba y en la cultura a la cual pertenecía. Pero un día decidió que ya había callado suficiente y comenzó a reivindicar su verdadera voz, que no era exactamente la impresa que llevaba su firma, sino la otra, la enmudecida por la conveniencia y el temor y que hasta entonces había reservado prácticamente para sí misma. Como se intuye, el final no fue precisamente feliz: la Unión de Escritores la expulsó en 1974 y sus libros y su propio nombre, su sola mención en un texto publicado en la URSS, fueron erradicados de la Rusia comunista.

Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907 – Moscú, 1996) escribió Crónica de un silencio más allá que como un testimonio de su experiencia vivida y de las razones que la condenaron a su ostracismo laboral e intelectual. Los hechos que Chukóvskaia cuenta en el libro no son excepcionales de una perversa etapa política, de una ideología o de un país concreto: en él, nos habla de cómo lentamente se conjura toda censura, como si se tratase de un retal hilvanado por diferentes manos, desde las que mueven los hilos políticos más elevados hasta las que, temblorosas, temen perder el privilegio de seguir viviendo de su oficio. En un interminable juego de apariencias, nuestra escritora se ve siempre en la tesitura de reflexionar acerca de la conveniencia de lo que va a decir y cómo lo va a expresar para asegurarse el aprobado de los numerosos eslabones que construyen la cadena editorial, y no sólo la editorial, sino la de cualquier oficio, circunstancia y contexto social. Y mientras, es inevitable preguntarse el sentido último de esta serie de cálculos, como la autora soviética los llama muy acertadamente en el libro, y si verdaderamente merece la pena vivir sometidos a ellos, encareciendo con nuestra actitud el precio de la genuina libertad.

Retrato de Lidia Chukóvskaia

Crónica de un silencio es, en consecuencia, un libro luminoso y clarividente. Con una prosa delicada y clara es capaz de atrapar al lector desde las primeras páginas en el relato de sus vericuetos literarios con la censura. A través de la palabra impresa, Chukóvskaia se sienta a nuestro lado para contarnos su verdad, un relato que incluso en nuestro venerado siglo XXI de deslumbrante burbuja tecnológica y sensación de libertad individual podemos sentirnos plenamente reconocidos, y lo que es más importante, interpelados. Si algo es este libro, además de una lectura estimulante, es una llamada de atención a custodiar las exiguas libertades que tan arduamente hemos conseguido cosechar en las sociedades occidentales.

Errata Naturae ha publicado una obra exquisita, una nueva apuesta literaria de alta calidad editada con el tradicional esmero con el que trabaja este reconocido sello editorial. Traducido del ruso al castellano por la genial Marta Rebón, el libro nos ofrece un testimonio que es confesión y diálogo; relato y llamada de atención. Una obra que despertará su curiosidad, les hará reflexionar y, por encima de todo, les deleitará. Sin concesiones.

Por David Lorenzo

About David Lorenzo (11 Articles)
Filósofo y escritor. Columnista y crítico literario. A través de mis libros y artículos compagino reflexión y pensamiento desde una mirada filosófica y crítica.

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