«De camino a casa quiero ser libre no valiente»

En el marco de la Semana Internacional Contra el Acoso Callejero que finaliza este 8 de abril, distintas organizaciones realizan campañas para denunciar lo que consideran un acto de violencia machista y rechazar que sea cuestión cultural, sino un mal aprendizaje social que debe erradicarse.

“Desde chica me acostumbré a andar siempre con audífonos para no escuchar las cosas que me decían hombres de toda edad como si fuera un halago…”; «Mi vecino, a quien sólo conozco de vista, me saludó y me pidió que le diera un beso en la boca. Me negué y me dijo que por último le diera un beso en la cara«; «Me subí a un Transantiago después de salir del colegio. Me senté tranquila cuando de pronto un señor se puso al frente mío y me miró con cara de depravado todo el recorrido. Yo sólo lo ignoré mirando por la ventana, hasta que de repente sentí que me tocó el muslo por debajo de la falda» ; «Todos los días tengo que caminar dos cuadras extras para evitar ser acosada».

¿Te suena? Quizá si eres mujer. Estos son algunos fragmentos de los cientos de testimonios recogidos por el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) de Chile. Hartas de tener miedo ,y en coordinación con organizaciones de todo el mundo, las chilenas han impulsado distintas campañas para evidenciar y erradicar la violencia sexual contra ellas.

Miradas lascivas, palabras obscenas, tocamientos y hasta persecuciones son algunas de las situaciones a las que se enfrentan las mujeres de todo el mundo desde temprana edad. Para ellas, salir a las calles solas puede tornarse en una auténtica pesadilla ya que aumenta el riesgo de que sufran un ataque de índole sexual, más si se trata de zonas oscuras o apartadas. Sin embargo, también son numerosos los casos de acoso sexual en el transporte público.

De acuerdo al último informe de la Cepal (Comisión Económica para LatinoAmérica y el Caribe),  6 de cada 10 mujeres han sufrido alguna agresión sexual en el transporte público en Colombia y México. Lo más grave de la situación es que estos casos suelen quedar impunes bajo la normalización, el silencio de las víctimas y la falta de una ley sancionadora.

Solo en Chile, 2 de cada 5 personas ha sufrido roces, tocamientos o «punteos» (acercamientos) en el espacio público, mientras que 1 de cada 4 mujeres ha sufrido persecución, exhibicionismo y masturbación pública, según la primera encuesta del OCAC del país. 

El 17 de marzo de 2015 se presentaba al Parlamento chileno el proyecto de ley ‘Respeto Callejero’ que pide la condena y castigo de todos los actos que agredan la integridad física y moral de cualquier persona en los espacios públicos. No obstante, ya han pasado dos años sin respuesta desde aquello, tiempo durante el cual el OCAC ha registrado más de 30 millones de ataques sexuales en los espacios públicos del país.

A pesar de ello, la organización no se ha rendido. Bajo el lema #NoEsMiCultura  #EndSH y #Notedaverguenza  se han movilizado mujeres y hombres en todo el continente latinoamericano para rechazar la creencia de que el acoso sexual es parte de la idiosincrasia latina. Del piropo a la violencia hay un trecho que muchas veces desaparece bajo la aceptación cultural o la idea de que las mujeres son culpables por su manera de vestir.

“Cada cual tiene derecho a experimentar su sexualidad como estime conveniente, siempre que no atropelle las libertades del resto. Quienes manifiestan su incomodidad y rechazo tienen derecho a mostrar su incomodidad. Asimismo, quienes acostumbran a acosar deben comprender que han confundido la coquetería y galantería con violencia sexual”, defiende la organización.

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Cuestión de contexto

A día de hoy no existe una figura legal para denunciar y proteger a las víctimas de acoso sexual callejero en Chile, la única respuesta es una norma del siglo XIX sobre ofensas al pudor y las buenas costumbres que no tiene nada que ver con el problema. Por esta razón la organización contra el acoso sexual callejero en el país sudamericano advierte que muchas denuncias se pierden en los vacíos legales de la nación y proponen una ley que proteja tanto a mujeres como hombres y niños sin importar la edad o condición. Esto no significa que una persona podría ir a la cárcel por lanzar un piropo sino que se le impondrá una sanción proporcional a la gravedad del acoso cometido y el contexto en el que ocurran los hechos.

Más allá de Chile, una lucha global

En 2015 Perú marcaba un hito en esta lucha al convertirse en el primer país de Latinoamérica en promulgar la Ley para Prevenir y Sancionar el Acoso Sexual en Espacios Públicos. A partir de entonces las otras organizaciones han puesto todo su esfuerzo en demostrar que se trata de un problema serio y real.

En todos los países se han registrado casos que demuestran la expansión de la violencia sexual en las calles. Esta situación no es pues una cuestión de determinados países sino más bien social. Hace años que ONU Mujeres ha desarrollado diversas iniciativas  como ‘Ciudades Seguras Libres de violencia contra las Mujeres y Niñas’ llevado a países como Marruecos, Egipto, India, Ruanda, Brasil, Costa Rica y Kenia.

En la actualidad existen más de 10 organizaciones que operan en distintos países de Latinoamérica contra el acoso sexual callejero. Entre ellos Bolivia, Colombia, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Uruguay así como Argentina (Acción Respeto), Brasil (Chega de Fiu Fiu) y Hollaback (Estados Unidos, Bahamas, Bogotá, Ecuador y Perú).

Desde el Observatorio chileno se hace hincapié en que el acoso sexual callejero es violencia de género ya que “refleja en el espacio público la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, a través del abuso sexual”. Más que leyes, lo que se busca es un cambio de pensamiento real  a través de campañas educativas para que nadie tenga que andar con miedo en las calles de su país.

                                                                                                    Flor Medina (@Fsilvestre5)

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