Japón, el país con más creyentes que habitantes
En 2016 el ministerio de asuntos internos y comunicación de Japón realizó una encuesta sobre las creencias religiosas de los japoneses y publicó unos datos muy interesantes. Japón con una población de 172 millones de habitantes cuenta con 183 millones de creyentes. Esto que a primera vista podría parecer un error, se explica por el hecho de que en el país, una persona puede ser creyente de varios credos religiosos al mismo tiempo. Aunque a nuestros ojos pueda parecer sorprendente, lo cierto es que en el país nipón este hecho se lleva con bastante naturalidad.
Los datos de la encuesta además revelaban que la religión budista es la mayoritaria con unos 87,7 millones de simpatizantes, seguida muy de cerca por la sintoísta con 84,5 millones, aunque esta última es la doctrina autóctona de Japón.
Para entender los datos que arroja la encuesta conviene hacer un análisis sobre cómo estos credos han ido interactuando con la sociedad a lo largo de su historia.
Sintoísmo
Esta doctrina se caracteriza por ser muy abstracta y esencialmente basada en mitos y leyendas que justifican el culto a diferentes deidades llamadas Kami. Estas deidades pueden ser benignas o malignas, corpóreas o etéreas y además con cierto orden jerárquico. Es una mitología fuertemente incorporada en el día a día japonés y arraigada al ámbito y costumbres locales, pues muchas de estas deidades representan no solo fenómenos meteorológicos como la lluvia que alimenta las cosechas, sino que, también se manifiestan dentro de la propia cultura o representan a ríos, bosques y montañas del país.
Como religión vinculada a los rasgos propios de la cultura nipona y el entorno donde viven, el sintoísmo adquiere una perspectiva que la aleja del concepto que podamos tener nosotros de la religión. En Japón el sintoísmo responde a una práctica que sirve para unir y reforzar los lazos sociales, familiares y culturales. Por ejemplo, cuando muere un familiar, según las tradiciones sintoístas, se homenajea a la familia a la que pertenecía el fallecido más que al propio fallecido. Los familiares se reúnen y oran por la memoria de sus antepasados para honrar su recuerdo y reforzar los lazos y los vínculos familiares. Existe un cofre de madera blanca llamado mitamaya que se coloca en el pilar central de la casa y que contiene una tableta con los nombres de todos los antepasados de la familia con la edad y fecha de su fallecimiento.

Mitamaya en un hogar japonés
Budismo
La corriente budista que se practica en Japón pertenece a la rama Mahayama que fue introducida en el país a través de la ruta de la seda en el siglo VI. El Budismo Japonés, es una interpretación propia de la interpretación China procedente de la escuela budista Zen.
Este credo a diferencia del sintoísmo, es un pensamiento que se asemeja más a nuestro concepto occidental de religión. Tanto las religiones occidentales como las budistas son de carácter salvífico, es decir, se busca salvar el alma del individuo. El budismo en este sentido persigue el estado de Nirvana, que se alcanza cuando el creyente a través de distintas técnicas espirituales consigue llegar a la iluminación y liberación del sufrimiento que acompaña la vida mortal y al ciclo eterno de muerte y renacimiento.
En Japón la escritura no llega hasta el siglo VII y las tradiciones religiosas locales tienen que hacer frente a una filosofía con más de 1000 años de antigüedad que además cuenta con un pensamiento muy consistente y desarrollado que se extiende por la India y China. El sintoísmo estuvo a punto de ser absorbido por el budismo pero afortunadamente, con la llegada de la escritura, se pudo recopilar toda la tradición sintoísta de mitos y leyendas que hasta ese momento se habían trasmitido oralmente, y quedar reflejados en las que se consideran las dos primeras obras de la historia de Japón y libros de referencia para este pensamiento religioso: El Kojiki del año 714 y el Nihonki del año 720.

Ejemplar de Kojiki
Aunque estos dos libros sagrados consiguieron evitar la desaparición del sintoísmo, este quedó fuertemente influenciado por el budismo y estuvieron conviviendo en muchos periodos casi como si de uno solo se tratase hasta la restauración Meiji en el siglo XIX que separó el sintoísmo del budismo quedando este último, como una religión de carácter espiritual y el sintoísmo de carácter estatalista.
Fiestas japonesas
Volviendo a la actualidad, para entender cómo de interiorizado tiene la sociedad japonesa ambos credos, basta con mirar algunas de las fiestas nacionales más importantes del país.
En Japón hay una tradición de origen sintoísta llamada Shogatsu que se practica en año nuevo. Se suele adornar pinos con objetos hechos con bambú (similar a los árboles de navidad) para dar la bienvenida a los Kamis o deidades de las cosechas.
Celebran a su vez la fiesta Budista Hanami que consiste en salir de picnic para ver los cerezos florecer y marchitarse como simbología de que las cosas y la vida no son eternas. Por eso siempre que miramos hacia la cultura japonesa a través de películas, libros o agencias de viajes, suele ser muy común encontrar imágenes de cientos de cerezos en flor. El cerezo y su flor son una figura llena de simbología budista en la cultura japonesa desde hace siglos.

Cerezos en flor cerca del palacio imperial en Tokio
La sociedad japonesa tiene una gran capacidad de tolerancia y respeto. Hijos de una historia marcada por la convivencia de pensamientos muy distintos, les ha dado la capacidad de generar una cultura empapada de diferentes mitos y leyendas, fiestas culturales y templos religiosos junto a formas distintas de entenderse como sociedad e individuos. Esto les ha hecho ser una sociedad única y probablemente este detrás de los avances sociales de los que hoy en día goza el país.
Por Adrián Moros (@adrixtercio)
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