Chile: Un día histórico, un nuevo legado
Hace tan solo un año la Plaza de la Dignidad tenía una convocatoria memorable. Más de un millón de personas se reunieron en sus alrededores para mejorar las condiciones básicas de los ciudadanos, solicitando justicia social y el cambio de las políticas neoliberales instauradas. Este domingo 25 de octubre del 2020, un año después, el pueblo chileno se levantó con esperanza al celebrar un Plebiscito. Porque luego de 40 años, nuestra Carta Magna tiene la oportunidad de cambiar.
Una Nueva Constitución fue una de las consignas que más se repitieron durante el estallido social, dado que muchas de las demandas solicitadas no podían llevarse a cabo porque eran “inconstitucionales”.
La constitución de 1980, se instauró en un periodo de dictadura, falto de legitimidad por no nacer desde un consenso político y social. Pero no solo eso, durante todos estos años ha estado enfocada en intregarle privilegios a una minoría, las élites, quienes concentran las riquezas y, por tanto, también el poder. Eso ha significado una mínima intervención del Estado y el funcionamiento del mismo acompañado con una lógica de mercado. Lo anterior le otorga la facultad a los privados de disponer de los derechos sociales que no son garantizados ni reconocidos, como el agua, alimentación, vivienda, salud y educación, sin una calidad de los servicios asegurada. Todos estos factores han provocado que se incrementen las desigualdades sociales, año tras año.
Franjas televisivas transmitidas durante semanas antes de las votaciones marcaban el panorama previo. Los partidos políticos se inclinaron hacia una de las dos opciones: el ‘Apruebo una Nueva Constitución acompañado de Convención Constitucional’, para que el grupo redactor estuviera integrado de forma exclusiva por miembros escogidos popularmente, es decir 100% democrática, y la opción ‘Rechazo’, acompañada por una Convención Mixta, que estuviera integrada por miembros elegidos popularmente y por parlamentarios en ejercicio.
Esta nueva Carta será un factor clave para construir un país con oportunidades más equitativas y con políticas integradoras. Será la posibilidad para reconocer, integrar y permitir la participación plena de grupos sociales, pueblos indígenas y disidencias sexuales. Para mejorar el sistema de pensiones, el acceso a la vivienda y al agua. Un camino para que los derechos básicos dejen de considerarse un negocio. Un término a la acción de disfrazar de oportunidades los derechos de las mujeres y que puedan tener una completa soberanía de su cuerpo. Un reconocimiento del trabajo doméstico y aumento del sueldo mínimo, y para que proyectos como los post natales de emergencia, suspensiones de las deudas universitarias, financiamiento de rentas básicas, reducción de la jornada laboral, regulación de los precios de fármacos, entre muchos otros más, no se queden en lo inconstitucional.

Lemas en las calles de Santiago
Personajes con carácter de héroes marcaron los distintos puntos de votación, personas con un destacable compromiso con su deber cívico. Sofía, una adolescente de 17 años, que por ser menor de edad no pudo votar, quiso aportar su grano de arena. Fuera de la entrada del Estadio Nacional, conocido centro de tortura durante la dictadura, regaló lápices azules para promover la participación ciudadana del proceso. También una monja se robó la pantalla por ofrecerse en un local desde las 7:00 a.m. para ser vocal de mesa, tras sentir el deber de participar en el proceso que busca la justicia e igualdad social. Corina Concha, una mujer postrada en una camilla no quiso quedarse atrás, contrató una ambulancia de forma particular para emitir su voto. La consigna fue: “No hay excusa para no votar”.
Jornadas de votaciones en el extranjero levantaban cada vez más la ilusión de un cambio. Países como Japón, Australia, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Francia y España fueron los primeros en finalizar las votaciones, con un amplio e implacable triunfo de la opción ‘Apruebo y Convención Constitucional’.
Con un nudo en el estómago en muchos comenzaban los primeros cierres de las mesas de votación nacionales. Atentos y expectantes nos encontrábamos los ciudadanos a todo lo que pasaba a través del televisor. Corría un video de los parlamentarios a favor del rechazo estáticos mirando el conteo, mientras, poco a poco los manifestantes corrían a las Fuerzas Policiales de la plaza de la Dignidad. Cada vez se llenaba más de color por toda la diversidad de banderas, producto de la masiva convocatoria de personas que celebraban la delantera del Apruebo.
Al 50% de las mesas escrutadas, el computo ya era casi oficial. El presidente Piñera, dio un discurso acompañado de su gabinete de ministros, afirmando la división que provocaba la antigua Constitución y asumiendo a la vez, el compromiso de aliviar y resolver las carencias del pueblo porque “para avanzar juntos, no debemos dejar a nadie atrás”. Pero esto es un triunfo que solo le pertenece al pueblo chileno. Esto es por y para ellos.
Con la mayor participación de todos los tiempos, la opción ‘Apruebo’ lideró y triunfó en los locales de votación con más del 78% de los votos, contando con una participación de total de 7,5 millones de ciudadanos.
Caravanas celebraban tocando bocinas, convocatorias masivas de personas en avenidas, junto con cacerolas, los chilenos gritaban cánticos que salían desde el corazón de cada persona que esperó años este momento.
Hoy se votó por un bien común, la empatía lideró y la democracia triunfó. Sin duda este momento pasará a la historia, seremos el primer país del mundo en redactar una Constitución con paridad de género. Porque nunca más sin nosotras.
Hoy finaliza la herencia dictatorial porque “borrar tu legado, será nuestro legado”. La noche finalizaba con la carta ilegítima y antidemocrática ardiendo por las llamas del fuego en medio de la plaza que hoy renace junto a la voz del pueblo chileno.
Por Fernanda Henríquez
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