La caracterización de la mujer a través de la imagen

La imagen es una herramienta poderosa que educa y dirige al espectador hacia dónde tiene que mirar el mundo, la naturaleza, su sociedad o incluso a sí mismo. A lo largo del desarrollo cultural y artístico, la imagen, que ya acompañaba a los primeros humanos en las cuevas relatando cacerías, fenómenos meteorológicos o a deidades, ha ido desarrollándose y presentándose ante nosotros a través de distintas formas de arte como la orfebrería, literatura, pintura, fotografía, teatro o cine entre otros muchos. 

Patricia Mayayo en su obra Historias de las mujeres, historias del arte hace un análisis sociológico a través de la imagen sobre cómo las sociedades del pasado han construido y asignado roles sociales a las mujeres y cómo éstas jugaban un papel esencial a la hora de adoctrinarlas y mostrarles su lugar en el mundo y en la sociedad.

En este sentido, en la sociedad ateniense de los siglos V y VI a. C en la cerámica abundaban imágenes de distintos ritos sociales, festejos o eventos históricos. En algunas de estas representaciones como la que encontramos en el lécito conservado en el museo de Berlín, se puede observar a una mujer acompañada de su hijo despidiendo al marido que iba a la guerra. La sociedad ateniense de esta época era muy falocéntrica y dejaba a la mujer fuera de la vida de la polis. Precisamente este tipo de representaciones gráficas reforzaban esa idea. Enseñaban a la  mujer su vinculación natural al ámbito del hogar y reproductivo y a alejarse de menesteres como la guerra o la política. Aquellas mujeres que  no cumplían con los roles establecidos eran representadas como las amazonas, mujeres guerreras que luchaban contra los griegos y que amenazaban con destruir la propia civilización ateniense. La figura de la amazonas servían como medida disuasoria y como advertencia de lo que pasaría si las mujeres abandonaran la posición que les había asignado su sociedad.

Más adelante, en la Edad Media podemos rastrear elementos misóginos en la caracterización de la mujer. La religión católica culpabilizó a Eva de la expulsión del jardín del Edén de la humanidad al haber tentado a Adán a comer las manzanas del árbol prohibido. Esta culpa se generalizó a todas las mujeres que a partir de este momento fueron vistas como las eternas tentadoras que buscaban desviar al hombre del camino recto que le llevaba hacia Dios. Este es el motivo por el que en muchas pinturas y cuadros de iglesias de este período se puede ver a demonios travestidos de mujer, serpientes con cabeza de fémina o la lujuria misma representada con cuerpo femenino.

La lujuria a ojos de Pieter Brueghel en donde el elemento central de la obra lo ocupa la mujer

Pero la mujer no solo ha adoptado roles de reproductora y pecadora. En el Renacimiento con la aparición de la burguesía como clase social incipiente y el dinero desplazando a Dios como protagonista, a las mujeres también se les asignó la función de mercancía de cambio a la hora de cerrar acuerdos familiares o, como trofeo sobre el que exhibir las riquezas familiares. En este sentido el modelo de retrato de perfil ilustra muy bien esta nueva visión de la mujer. En la década del 1450, que había sido muy popular esta técnica para retratar a varones, se abandona para ellos y se empieza a generalizar con las féminas. La pose de perfil no permitía ver los rasgos propios de la retratada pero servía muy bien para remarcar las grandes joyas y pomposos atuendos en un intento de marcar a la mujer como un símbolo de riqueza y de prestigio social para el esposo. También predominaba el retrato de mujeres jóvenes y recién casadas como prueba de la unión de las familias del padre de ella y del marido como se puede observar en un retrato de Domenico Ghirlandaio. Las mujeres eran usadas como garantía de acuerdo entre dos familias. De esta forma las grandes alianzas reales, burguesas o nobiliarias de esta época, se cerraban con uno o varios matrimonios.

Retrato típico de la mujer de clase alta en el renacimiento

Ya en la época victoriana se consolida una perspectiva de la mujer que apareció en la ilustración y que Patricia Mayayo las describe como “ángeles del hogar”. Se consolidó el papel de la mujer como ama de casa y se separó definitivamente de la vida pública que era territorio de varones. La mujer debía estar dedicada a los cuidados y a su familia, siendo un punto de apoyo emocional para los hijos y el marido. En esta época aparece una nueva clase de pintura (la doméstica) que sobre todo recoge a modo narrativo escenas cotidianas del día a día. George Elgar Hicks expuso en la Royal Academy de Londres un tríptico titulado La misión de la mujer que denota muy bien el concepto de mujer que se tenía en esta época. Como oposición a esta visión de mujer y feminidad aparece también la figura de la prostituta. La prostitución era una vía de escape para la mujer victoriana de los roles que su sociedad le imponía. Además daba cierta independencia económica a la mujer. La prostituta para los victorianos era fuente de corrupción moral y corporal. Las prostitutas gozaban de muy mala fama y sufrían desprecio social. Era de la misma forma que las amazonas griegas, una advertencia a la mujer victoriana para que no se “descarriase” de su feminidad, pues le esperaba la vergüenza y la deshonra  como quedó bien ilustrado en el óleo de Dante Gabriel Rosetti titulado La perdida.

Parte del tríptico que  George Elgar Hicks expuso en la Royal Academy de Londres

Otra figura que operaba como antítesis a la feminidad victoriana era la sufragista. Esta figura, a diferencia de la amazona o la prostituta que funcionaban como disuasorias, funcionaba como desacreditativa. Con el avance del feminismo por la conquista de derechos civiles y políticos para las mujeres, la sociedad de la época caracterizaba a estas mujeres como la esposa dominante, la histérica o la amargada. Además vinculaban sus aspiraciones políticas a un fracaso de su feminidad. La prensa y la caricatura de la época buscaban ridiculizarlas y minimizarlas como estrategia política.

La imagen por su capacidad de convertir ideas complejas en ideas mucho más digeribles para el entendimiento es un elemento clave en cualquier aprendizaje que queramos emprender. El patriarcado la ha usado a lo largo de la historia para determinar a la mujer y enseñarle el lugar que debía ocupar en la sociedad. En la actualidad podemos ver y analizar a través de estas imágenes cómo el pensamiento machista ha ido cambiando a lo largo del tiempo, casi como si de un álbum de fotografía se tratase. Existe un dicho popular que dice «una imagen vale más que mil palabras» que nos ayuda a entender mucho mejor hasta qué punto la imagen ha sido y sigue siendo una herramienta tan útil para la educación y el aprendizaje.

Por Adrián Moros (@adrixtercio)

About Adrian Moros (90 Articles)
Estudiante de filosofía y eterno aprendiz de mi mismo. Redactor, escritor, creador y soñador empedernido.

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