Marco Aurelio, el filósofo que llegó a emperador

Si hay un pensador que consiguió elevar algunos postulados filosóficos a lo más alto del poder romano en la época imperial, ese fue sin duda Marco Aurelio. Este filósofo no solo pasó a la historia por ser uno de los pocos emperadores que se deleitaban leyendo a filósofos estoicos, sino también porque intentó llevar los valores de esta escuela filosófica a una esfera política que en la época nadaba entre corrupción, elitismo y falsedad. 

Marco Aurelio nació en el año 121 en el seno de una familia adinerada itálico-hispana asentada en Ucubi (cerca de Córdoba, España). Cabe destacar que desde un principio su educación fue encaminada hacia algo más que la típica educación que podría haber recibido un noble en su situación. Prueba de esto es que Rústico, uno de sus principales maestros y al que más cariño le tenía, consiguió que el futuro emperador se interesase en la filosofía y le educó en los valores estoicos de la austeridad y la honestidad. 

El estoicismo romano tenía como representantes a Séneca, Epicteto y al propio Marco Aurelio, que representaban la madurez filosófica de este movimiento cuyo origen se situaba en Grecia. Se caracterizaban por ser pensadores muy introspectivos, es decir, lo íntimo, lo propio, se imponía más que nunca al mundo exterior que par Marco Aurelio perdía valor porque era imposible de dominarlo. 

Estatua de Séneca en Córdoba, España

La naturaleza era vista como fuente de perfección y armonía y fue tomada por el estoico como modelo a imitar para que el ser humano también pudiera vivir en armonía y paz. Para conseguirlo, este debía vivir conforme a su naturaleza humana utilizando la razón como guía y la educación como cimiento de la doctrina estoica. El seguidor de esta doctrina debía alejarse de lo aparente, lo ostentoso y lo extravagante porque estas cualidades son proyectadas hacia los demás y el estoico solo debía vivir para sí mismo. Los seguidores del estoicismo debían pues vivir de forma austera, justa y siendo siempre consecuentes con sus palabras. 

Pero lo cierto es que no siempre la práctica sale tan bien como la teoría dicta. Y cuando Marco Aurelio llegó al poder en el año 161, el imperio Parto impuso a Armenia, que era vasallo de Roma, un rey títere leal a este y obligó a Roma a intervenir. Tras una serie de derrotas romanas se perdió Siria y el Imperio tembló ante la idea de que pudiera caer toda Asia. Tras unas victorias contundentes del lado romano, consiguió forzar un tratado de paz en el año 166. Sin embargo, acto seguido, empezaron las guerras germánicas, especialmente frente a las tribus marcomanas y cuadas, que no dieron tregua a Marco Aurelio en todo su reinado. Se dice que Marco Aurelio escribió su obra estoica más reconocida, «Meditaciones», en el frente germánico

La política de un guerrero

Marco Aurelio fue un emperador que estuvo más en campos de batalla que en Roma gestionando la vida política. Intentó, dentro de las posibilidades que ofrecía su tiempo, gobernar de acuerdo a sus creencias. En política exterior le era imposible aplicar sus planteamientos filosóficos tras siglos de conquista y beligerancia, hacia el resto de culturas, que lastraban cualquier posibilidad de paz duradera. Sin embargo, en política interior sí que encontramos algunas medidas que se pueden alinear con el estoicismo. Por ejemplo, prohibió que pudieran atentar contra la vida de los familiares de Ávido Casio, que había intentado usurpar el trono imperial a Marco Aurelio. Otra medida que se alineaba con sus postulados fue las reformas a nivel legislativo que aprobó para intentar que la administración romana dejara de obedecer a intereses espurios y se centrara en impartir justicia. O también, el enfrentamiento que tuvo con parte del ejército cuando les negó una subida salarial que habría significado un aumento de impuestos y de pobreza. 

Busto de Marco Aurelio

Si alguna vez en vuestros círculos de amigos o familiares, alguien de forma jocosa se mete con la filosofía acudiendo al cliché de tener pocas salidas laborales, respondedle que tiene la salida más importante de todas, la de emperador de una de las potencias más grandes de la historia.

Por Adrian Moros (@adrixtercio)

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Estudiante de filosofía y eterno aprendiz de mi mismo. Redactor, escritor, creador y soñador empedernido.

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