Jorge de Vicente: «Ojalá pudiera donar muchísimo dinero y ojalá no tuviera que hacerlo»

Jorge de Vicente. Foto: Consultec GSport (Estitxu)

Jorge de Vicente no para, como él mismo dice: «siempre está haciendo locuras», y esas locuras lo han llevado sobre una bicicleta por caminos tan dispares como apasionantes y constructivos. Pero sin duda, lo más valioso de esos trayectos es la finalidad, a él no le interesa tanto qué nueva zona va a descubrir, sino las recaudaciones que obtendrá de ellas. Jorge de Vicente es un ciclista solidario, le pagan por trayectos recorridos, y esas recaudaciones van directo a familias necesitadas. Hace poco, el 15 de julio, finalizó su tercer reto para Hugo, Diego y Paula, tres niños con distintas enfermedades que necesitan ayuda para recibir tratamiento, por los que de Vera recorrió ‘La ruta del Cid’, 1.400 kilómetros, 170 al día de media.

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Antes de comprender cómo surge este proyecto, hay que saber que de Vera ha tenido sus propias luchas. Poco más de cinco años le ganó la batalla a un cáncer de testículo que le diagnosticaron en 2010, a raíz de esa experiencia y cuando estaba en el hospital, una chispa se encendió en su interior y supo que quería unir una pasión (montar bici) con una nueva (ayudar a personas). Fundó asociación Day by Day y con ella abrió las puertas a diversas historias de niños con enfermedades oncológicas.

«Ahora valoro mucho otras cosas en la vida que otras personas no valoran. Es muy importante, como siempre digo, el café de la mañana o disfrutar con mis amigos en bici. Muchos problemas se relativizan y empiezas a ver la vida de otra manera. Pienso que cada día hay que vivirlo, disfrutarlo y hacer lo que a uno más le gusta. Soy un tío feliz, que tiene lo que quiere y que vive con muy poquito».

El primer reto solidario lo realizó a finales de 2015. Entonces fue por dos niños con enfermedades raras, Diego y Hugo, de Magallón y Ainzón respectivamente. El primero sufre el síndrome de West y el segundo la enfermedad llamada Tay Sach. Tan pronto como supo de ellos, se acercó a sus casas y habló con sus familias, el objetivo era recorrer la ruta mariana en bici para recaudar fondos y visibilizar las dificultades de los niños en esta situación.

A ellos se les unió Martín, un chico de Alberite con una de estas enfermedades que necesitaba una silla de ruedas. Y así, entre ayudas y retos se consolidó un proyecto que a día de hoy cuenta con millones de sonrisas de agradecimiento y cientos de euros recaudados.

https://twitter.com/jorgedevicente2/status/754022500170948608

 

-Todas las rutas están destinadas a los niños que respalda, ¿cómo costea los viajes?

-Las redes sociales tienen un gran alcance, gracias a ellas, a la televisión, la prensa o la radio hay gente que se han enterado de que estaba haciendo un viaje para ayudar a una persona y me han ofrecido o su casa para dormir o para comer. Al final yo voy minimizando los gastos, todo lo que se procura es el ahorrar dinero para donarlo.  Si un día, por ejemplo, iba a gastar 8 o 10 euros en dormir, pues te lo vas ahorrar y eso es básicamente la ayuda de la gente.  Hay sitios en los que me han ofrecido el albergue gratis para dormir, Ayuntamientos que se han enterado, gente de las localidades… y eso es muy gratificante, haces grandes amigos.

-¿Con cuáles dificultades se ha encontrado en su camino?

-He tenido algunas dificultades, como en un viaje que se hizo que fue el de ‘Las huellas de Santa Teresa’, solicité distintos materiales para realizar el viaje y luego donarlo. Pues lamentablemente me los prohibieron, no me facilitaron encontrar un sitio para luego dormir, me busqué la vida 100% solo, lo más duro es que predican con un ejemplo que no hacen. Viajar en navidades, en noche buena o en días así, te das cuenta de que hay mucha hipocresía y que no existe tan buena fe como se espera de gente de iglesia, aquel viaje de Santa Teresa me marcó por la falta de ayuda, por la falta de corazón de la gente y más siendo en navidades tanto desde huellas como de la gente que me encontré en el camino.

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Jorge en uno de los descansos que realizó junto a su compañero José en un viaje de 30 días en Laponia para recaudar dinero a favor de Aspanoa, la asociación de padres con niños oncológicos de Aragón.

-¿A cuántas familias habéis ayudado?

-No sé decir a cuántas familias hemos ayudado. Pero hemos donado dinero a gente de la comarca de Borja, también hemos donado a Aspanoa. La verdad es que no llevo la cuenta de a cuántas personas hemos ayudado, pero lo que sí que está claro es que seguiremos con alguna locura más, otro proyecto.

-¿Su mejor recuerdo?

-¡Hay muchos! Desde una cena con mi amigo José Carlos en Roma, cuando solo había salchichón para cenar esa noche o conocer a mi amigo Alberto en el Camino de Veracruz o la mamá de Juanlu que me invitó a comer y me brindó un sitio para dormir en Córdoba. Toda esa gente que realmente te llenan y se quedan en el corazón para toda la vida, son gente que cualquier día que vayas siempre van a tener abiertas las puertas de sus casas.

-¿Una meta o sueño por cumplir?

-Mi mayor meta no lo sé, ojalá fuera donar muchísimo dinero, pero ojalá también fuera no tener que hacerlo porque todo el mundo esté perfecto y sano. Pero no lo sé, me encantaría volver a Laponia, es un sueño de viaje que tengo en mente, el tema es que es muy complicado por presupuesto, date cuenta de que al final mucho de los viajes con los patrocinadores suman unas cantidades muy pequeñas y luego económicamente soy yo el que aporta la otra parte del dinero, por lo que sale muy caro. Sería un sueño, una meta por cumplir. Otra, darle la vuelta al mundo. Hay millones de metas, hay muchos sueños por cumplir aún, pero bueno hay mucha vida, hay que disfrutar y tener paciencia.

Jorge reside en la localidad zaragonza de Bulbuente, un pueblecito pequeño donde vivieron sus abuelos y nació su madre, aunque el nació en Madrid, ese es el sitio en el que quería estar y desde allí sigue tramando nuevos trayectos para ayudar a las familias que lo solicitan y transmitir con cada pedaleada un mensaje de resiliencia, generosidad y lucha. «Soy feliz con lo que tengo, vivo en un pueblecito pequeño donde me hacía mucha ilusión estar y ahí estoy, feliz y muy tranquilo».

   Flor Medina (@Fsilvestre5)

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