Indígenas y tribus, amenazados por el progreso forzado

Existen más de 150 millones de indígenas en 60 países. Pese a la admiración que desprenden sus tradiciones milenarias, viven bajo un atropello constante de sus derechos y libertades.

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Infografía: AfcarMedia

En el mundo existen más de 150 millones de indígenas en sociedades tribales. 60 países albergan hoy estas comunidades, repartidas entre América del Sur, África, Asia, Oceanía y Australia.

Estudios antropológicos confirman que estas poblaciones viven en el 80% de la biodiversidad del planeta, lo que convierte a estas personas en los auténticos guardianes de la tierra. A lo largo de los años han desarrollado formas de vida diversas y basadas en la autosuficiencia, conocimiento que ha sido base en gran parte de la medicina occidental. Sin embargo, son vistos como «atrasados» y «primitivos». A menudo son blanco de agresiones racistas y violentas, robo de sus tierras y recursos, así como trabajos forzados hasta la esclavitud. Su nueva amenaza es el «desarrollo forzado».

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Desde el gabinete de comunicación de la organización Survival Internacional, defensora de los pueblos tribales e indígenas, se afirma que «imponer  el “desarrollo” o “progreso” no los hace más felices o saludables. De hecho, las consecuencias son devastadoras.Para los pueblos indígenas conlleva la apropiación de sus tierras y recursos, y los aboca a una gran violencia, sufrimiento y a situaciones terribles de miseria, enfermedad, desarraigo y suicidio. Las sociedades industrializadas los someten a una violencia genocida, a la esclavitud y al racismo para poder arrebatarles sus tierras, recursos y mano de obra en nombre del “progreso” y de la “civilización”. Es la historia que se repite desde hace siglos«.

¿Desde cuándo se cometen expulsiones?

Actualmente existen 120.000 zonas protegidas en todo el mundo, que cubren cerca del  13% de la superficie terrestre del planeta. La idea de expulsar comunidades para mantener las «tierras o zonas vírgenes» tomó auge en Norteamérica en el siglo XIX con el conservacionismo.

Bajo este concepto se creó el primer parque nacional en 1872, el de Yellowstone (Estados Unidos). Durante su creación se permitió los nativos americanos, que habían vivido allí durante siglos, permanecieran en el territorio. Cinco años después fueron expulsados a la fuerza lo que originó una batalla entre las autoridades gubernamentales y las tribus shoshone, pies negros y crow. Algunos datos numeran en 300 las personas que murieron en solo uno de esos enfrentamientos.

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Parque Nacional Yellowstone

Este episodio histórico es un buen ejemplo de lo que se ha hecho en otras grandes zonas del paisaje mundial. Tanto en las Amazonas como en la África profunda se han expulsado de manera forzosa a ciento de comunidades tribales.

“Qué clase de desarrollo es este que acorta las vidas de las personas? Se infectan de VIH/SIDA. Nuestros niños reciben palizas en la escuela y no quieren ir. Algunos comienzan a prostituirse. No se les permite cazar. Pelean porque están aburridos y se emborrachan. Están empezando a suicidarse. Nunca antes vimos algo así. ¿Esto es ‘desarrollo’?”. palabras de un indígena bosquimano de Botsuana (África) 

Laura de Luis, comunicadora en Survival Internacional, cuenta que en la organización «creemos que todos los países deben ratificar la Declaración sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, así como ratificar y aplicar el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales (Convenio 169 de la OIT). Ambos reconocen el derecho de los pueblos indígenas y tribales a la propiedad de sus tierras. Sin este, el resto de derechos humanos también les son negados, porque sin sus tierras no sobrevivirán».

De Luis enfatiza que “muchos creen que los pueblos indígenas están condenados a desaparecer por el inexorable avance del “progreso”. Pero los pueblos indígenas no son destruidos como resultado inevitable de la historia: son víctimas del robo criminal de su tierra y recursos. Si sus tierras no les son arrebatadas, la mayoría no son frágiles: son tan capaces de sobrevivir y adaptarse a nuevas circunstancias como cualquiera de nosotros”.

Para ello, la organización hace una labor activa de concienciación sobre la importancia de respetar los derechos y libertades de los pueblos indígenas. Sobre todo, el garantizar que sus tierras permanezcan bajo su control donde viven más sanos y “gozan de una mayor calidad de vida que los millones de empobrecidos ciudadanos marginados por la creciente desigualdad. Cuando los pueblos indígenas y tribales tienen tierra, entonces gozan de libertad para tomar sus propias decisiones acerca de cómo vivir”.

«Hay que tomar conciencia de que los indígenas son como cualquier otra persona. A ellos también les preocupa su calidad de vida y el futuro de sus hijos. Hay que acabar con prejuicios que les contemplan como si fueran “inferiores” y no pudieran decidir por sí mismos lo que más les conviene: su comprensión del mundo es tan inteligente como cualquier otra y tienen mucho que aportar sobre casi cualquier aspecto de la vida actual», añade.

                                                                                                    Flor Medina (@Fsilvestre5)

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