Dos notas de un acordeón
Stello lleva dieciséis años en España. Nació en Rumanía donde se casó y tuvo cinco hijos. Viajó a Málaga y más tarde a Pamplona con el fin de dar a su familia un futuro mejor. Él es músico y toca el acordeón para ganarse la vida.
Entre las murallas de la Ciudadela de Pamplona suena una melodía, Canción de amor se titula. Es la preferida de Stello. Las notas de su acordeón llevan ocho años sonando entre los árboles de este parque pamplonés, por eso, él conoce a muchos de los que pasean. Algunos le echan monedas, otros simplemente le saludan, y la mayoría le hablan de fútbol: “Me gusta mucho el deporte y soy del Real Madrid”, afirma. Hablando de partidos y goles conoció a Josetxo Iturralde, quien admite que él en cambio es del Barça. “Todos los días paso por la Ciudadela y vengo un rato a hablar con él, discutimos mucho sobre fútbol y al final nos hemos hecho amigos”, cuenta Josetxo.
Stello se considera un “trabajador normal”, él establece su horario y toca el acordeón todos los días de nueve de la mañana a dos del mediodía. También los sábados y los domingos. Con sesenta años sostiene económicamente a su familia. Es abuelo y su hija está en paro desde hace pocos meses. “Antes era mi hija quien traía el dinero a casa”, cuenta. Sin embargo, ahora es el acordeón el que alimenta a toda la familia.
Hace un año a Stello se le rompió su instrumento de trabajo: el acordeón. No podía comprarse uno nuevo, ya que cuestan entre 300 y 400 euros, un dinero que no tenía. Para seguir ganándose la vida, puso un cartel con lo que le había pasado en el mismo lugar donde toca todas las mañanas. Al poco tiempo apareció su amigo Josetxo con un regalo, un nuevo acordeón rojo que ahora Stello luce orgulloso. En él aparece la palabra ‘estrella’, término que hace alusión a los grandes músicos a los que interpreta.
Para poder comprar el instrumento, Josetxo reunió a su grupo de amigos y les contó la historia del músico rumano. Entre todos, consiguieron el dinero para que Stello pudiera seguir llenando de música las murallas de la Ciudadela. Además, Josetxo quería que el acordeonista conociera a quienes le habían regalado su herramienta de trabajo: “Le invité a la cena que todos los años hacemos en San Fermín en la azotea de mi casa”. Así, Stello conoció a todos y amenizó la velada tocando su nuevo acordeón.
Muchos de los allí presentes también fueron conociendo más al músico, y hoy en día, suelen pasearse por el parque de Pamplona para saludarle. “También vienen a verme el hermano y la madre de Josetxo. Incluso, he conocido a sus hijas”, relata Stello, y añade: “Son una gran familia y me han ayudado mucho”. De hecho, el hermano de Josetxo, Antonio, le da 300 euros a Stello todos los meses para su familia y le ayuda con los trámites de la documentación, como el DNI o las partidas de nacimiento. “Yo no sé hablar muy bien español y no se me entiende porque tengo pocos dientes”, cuenta el músico entre risas.
Su verdadero nombre es Sterian Chirita, o así lo conocían en Rumanía, para los españoles prefiere llamarse Stello, “es más fácil”, explica. Él ve su futuro en esa esquina de la Ciudadela, es lo que quiere, y está contento de haber conocido allí a tanta gente buena. Ahora, Antonio y Josetxo le está ayudando a su hija a conseguir trabajo y, mientras tanto, Stello sigue llenando de notas de Canción de amor las esquinas del parque. Unas notas que se hubieran silenciado sin la ayuda de una gran amistad.
-Patricia Rouzaut (@patriciarouzaut )
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