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Como un cielo despejado en medio de nubes grises

La Escuela del Hospital Infantil de Zaragoza es, en palabras de los niños que allí acuden, un lugar especial en donde no habrá inyecciones ni tratamientos dolorosos; la única medicina es la comprensión y el empeño que ponen los profesionales para motivar e inspirar. “lo más gratificante es el agradecimiento que  notas en los niños. El cariño que les das te lo multiplican por mil”, dice Eduardo Guillén.

Son las 12:30 AM, me aproximo a una puerta sin saber exactamente qué esperarme. Pero me mentalizo para ello. Sin embargo, al entrar me encuentro con un escenario bien distinto a lo imaginado. Lo primero que me impacta es la cálida sonrisa de Eduardo Guillén, que está ayudando a unos niños a recoger unos juguetes. Sí, juguetes, y CDs y libros, y todo tipo de herramientas para hacer manualidades. Nadie diría que este pequeño espacio se encuentra dentro de un hospital.

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Eduardo Guillén

Es la Escuela del Hospital Infantil de Zaragoza donde tres profesionales atienden entre las 8.30 y las 14.30 a 33 niños hospitalizados de entre 8 y 16 años.

A mi derecha hay dos niños jugando con dinosaurios de plásticos. A mi izquierda hay un pequeño espacio con una mesa redonda. Tres niños se quedan quietos mirándome con curiosidad, pero ese interés se esfuma tan pronto como aparece. Están haciendo mandaras, me dicen. Justo cuando me dispongo a charlar con ellos noto la pasividad de sus manos, el cansancio de sus respiraciones y esa ligera tristeza en sus sonrisas, casi imperceptible para quienes los acaban de conocer, como yo.

“Aquí hay niños que tienen más de un año ingresados”, informan los maestros.

Eduardo Guillén, María Tallón y Jesús Ibáñez están encargados de un millar de niños que pasan por este hospital cada año. Pero su labor no es solo en lo académico, uno de los grandes retos de estos profesionales es saber actuar con ellos en función de su estado de ánimo.

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«Cuando tú trabajas aquí intentas hacer un ambiente amable, cordial. Donde los niños puedan ser niños y  convivir lo más normalizado posible»,- Explica Guillén

 

Cada año se diagnostican 1.400 casos nuevos de cáncer en niños y adolescentes en España, según la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas.

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Eduardo Guillén y María Tallón

Para conseguir este objetivo es fundamental el buen trato y la empatía. Este es el quinto año de Guillén en comisiones de servicio en el aula y el primero para Tallón. La enorme diferencia que perciben en su labor como docentes frente a sus experiencias pasadas en centros fuera del hospital es el trabajo emocional. «Aquí tenemos mucho en cuenta el aspecto emocional. La propia realidad te impone mirarlos más como personas y no como calificaciones. Lo académico no va delante de lo emocional y lo personal. Aquí eso se relega y pasa a primer plano lo emocional y personal», cuenta Eduardo Guillén.

Otro aspecto básico es la preparación psicológica tanto de los niños como de los trabajadores para enfrentar las situaciones adversas. Guillén cuenta que al final no hay tiempo para prepararse ya que siempre surge alguna situación inesperada. No obstante, la valentía y actitud con la que los niños se presentan cada día ayuda a los maestros a tener más fuerza.

Para María Tallón lo más gratificante es «poder hacer algo para mejorar la vida de alguien. Poder quitarle sus penas, sus dolores y hacer que  este sitio sea como un cielo despejado en medio de nubes».

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Jesús Ibáñez muestra una de las actividades del día sobre la creación de cómics

La enorme solidaridad ha permitido que en este aula no falten temas. Músicos, artistas, payasos, escritores… Cada día decenas de voluntarios se ofrecen para recrear a los pequeños con nuevas actividades.»Solo nos falta Enrique Iglesias», bromea María.

 

-Flor Medina (@Fsilvestre5)

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